Ayer estuve en un curso de Reiki y sentí que algo dentro de mí se encendía. Fue como si cada palabra que escuchaba no solo me hablara del Reiki, sino de la vida misma. Reiki significa dar amor… un amor puro, sin condiciones, un amor objetivo. Y en ese instante comprendí que todos necesitamos recordar cómo amar de esa manera: hacia los demás, sí, pero sobre todo hacia nosotros mismos.
El maestro Usui dejó cinco principios que, para mí, deberían ser mandamientos. No como órdenes que pesan, sino como recordatorios que acarician el alma y que nos devuelven a lo que somos.
“Solo por hoy, no me preocupo”. ¿Cuánto tiempo empleo en imaginar cosas que luego no llegan a pasar? Vive el presente, el ahora, que es lo único que existe. Y, por otra parte, ¿qué pasaría si me tratara con más confianza? Si dejara de exigirme tener todas las respuestas y me permitiera descansar en el presente. La vida no necesita que la controle, solo que la habite.
“Solo por hoy, no me enfado”. No es ese sentimiento repentino que surge cuando algo me molesta, sino esa bola enorme que creo cuando le doy vueltas a algo que no tiene sentido. Ese sentimiento me atrapa, y lo peor, lo atrae. Cuanto más me enfado más atraigo esa vibración. Y no sólo es con los demás… a veces es conmigo misma. Cuántas veces me he castigado con palabras duras o con exigencias imposibles. Reiki me susurra: mírate con ternura, no te enfrentes a ti.
“Solo por hoy, soy agradecida”. Agradece todo lo que tienes que es mucho ... es muchísimo. Cada bocanada de aire es un regalo... Pero este principio me tocó de lleno, pues agradecer no es solo mirar hacia fuera, sino también reconocerme. Agradecer mi cuerpo, que me sostiene; mis pasos, aunque sean torpes; mi historia, incluso con sus sombras. Cuando me agradezco, dejo de exigirme ser otra para empezar a valorar quién ya soy.
“Solo por hoy, trabajo con honestidad”. No se trata solo de cumplir con lo que esperan de mí, sino de serme fiel. Vivir con la coherencia de no mentirme, de no esconder lo que siento, de no callar mi verdad. La honestidad es el regalo más grande que puedo darme.
“Solo por hoy, soy amable con todos los seres”. Y aquí me detuve: todos los seres también me incluyen a mí. Cuántas veces me niego una palabra amable, un descanso, un gesto de amor propio. Practicar la amabilidad conmigo es abrir la puerta a poder darla a los demás sin agotarme.
Ayer entendí que estos principios no son frases lejanas, son un mapa para regresar a casa, a esa paz que ya habita dentro. Reiki me recordó que el amor no se mendiga ni se busca afuera, se enciende dentro de nosotros y se comparte.
Y en Pili con Alas, ese es mi propósito: acompañarte a descubrir que ya tienes todo lo que buscas, que la vida puede sentirse ligera cuando empiezas a mirarte con la misma ternura con la que el Reiki nos invita a vivir.
Yo me he puesto la imagen de fondo de pantalla del ordenador, para no perderlo de vista. Si también lo quieres escríbeme a piliconalas@gmail.com.